De cualquier modo la fiesta de las Purificás tienen una gran tradición, organizándolas desde hace siglos, siendo las protagonistas cinco jóvenes, de entre 16 y 18 años, elegidas previamente por la mayordoma. Visten para la ocasión el típico traje de la localidad. Tras acudir a casa de una devota a recoger el roscón que ofrece para la fiesta, las purificadas, asisten a la procesión con la Virgen alrededor de la iglesia. Cuando finaliza, las cinco jóvenes quedan fuera del templo. La puerta se cierra, abriéndose ésta luego que las purificadas, al ritmo del pandero que toca una de ellas, cantan dos estrofas solicitando permiso para entrar. Concedido éste por el celebrante, las doncellas penetran en el recinto sagrado y van entonando la larga serie de versos que enuncian los "pasos" que dan camino del altar para ofrecer el roscón y las correspondientes palomas:
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