viernes, 14 de octubre de 2011

UNA MAS SOBRE EL GEOPARQUE "Las Villuercas, Ibores y La Jara"

Lo primero que llamará la atención a quienes lleguen hasta aquí a través de la carretera EX-118 será un paisaje que tiene poco que ver con el de otros afamados espacios naturales de la comunidad autónoma. Aquí, quien conduce debe andar con ojo para no despistarse, porque sentirá la tentación de volver a girar la cabeza en vez de mirar a la carretera. Lo que devuelve la vista al atravesar los Ibores es una sucesión de crestas, un vaivén de montañas que si no hay niebla, dejan ver detrás más filas con el mismo corte. A cualquiera que haya pasado por el colegio le sonará el nombre técnico: son sinclinales (cortes de terreno plegados en forma de V) y anticlinales (lo mismo pero como una V invertida). Y cualquiera que tenga a mano un mapamundi, puede comprobar algo esencial en esta historia: la conexión entre los Montes Apalachenses de la costa este norteamericana y Las Villuercas.
Comprenderlo es tan fácil como hacer el ejercicio de tratar al mundo como si fuera un puzzle. Si pudiéramos mover las piezas, la muesca de los Apalaches encajaría con la de Portugal, lo que explicaría la similitud entre el relieve estadounidense y el extremeño.
Puede parecer ciencia ficción, pero no lo es. Ni mucho menos. Hubo un tiempo, hace millones de años, en que era así. Simplificando, todo sucedió cuando en el planeta Tierra no había cinco continentes sino uno, llamado Pangea, y un movimiento de placas rompió esa enorme porción de terreno. El Océano Atlántico se interpuso entre los Apalaches de Estados Unidos y Las Villuercas, que hasta entonces estaban a tiro de piedra.
Cualquiera que sienta interés por la geología debe hacer una excursión a la zona, si no la ha hecho ya. Esta comarca ofrece gastronomía, paisaje y patrimonios; y para los geólogos, es el paraíso»,hay sitios, como el yacimiento de La Madrila, en los que es como ver un Guernica detrás de otro», las crucianas (las huellas que dejaban los trilobites sobre el fondo arenoso del mar), pedreras, coluviones o distintos tipos de fósiles que solo se pueden encontrar aquí, en China o en Namibia.
Sobre esto último hay cierto temor entre quienes gestionan el Parque, que es competencia de la Diputación de Cáceres. El miedo se resume en una palabra: expolio. Lo han sufrido, lo sufren y lo seguirán sufriendo, pero el objetivo es minimizarlo. El maná de fósiles que constituye la zona es uno de los argumentos que explican que geólogos centroeuropeos (de Alemania y Holanda, principalmente) y españoles lo visiten desde hace años. Y ya se sabe: en cualquier grupo los hay más y menos atrevidos. Si a la Guardia Civil le hubiera dado por parar a algún que otro autobús de expertos en su viaje de vuelta y revisar los equipajes, no solo habría encontrado folletos.

El rincón más americano de Extremadura

No hay comentarios:

Publicar un comentario